"...el cuento literario condensa la obsesión de la alimaña, hace perder al lector contacto con la desvaída realidad que le rodea, arrasarlo a una sumersión más intensa y avasalladora. De un cuento así se sale como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco con una mirada de sorpresa, de lento reconocimiento, muchas veces de alivio y tantas otras de resignación"
Julio Cortázar: "Del cuento breve y sus alrededores"

sábado, 28 de junio de 2014

Stanislaw Lem y el verano.

Leí hace años, en contra de la opinión de varios amigos lectores "Memorias del piloto Pirx" de Stanislaw Lem, escritor de culto para muchos por su arte considerado intelectual y cuestionar los grandes interrogantes humanos. Los relatos sobre Pirx es un libro de cuentos donde un aspirante y posteriormente piloto profesional se enfrenta en la soledad del cosmos, en planetas lejanos, en espacios agobiantes y amenazantes, a ellos mismos; sí, a las grandes cuestiones de la humanidad y lo hacen en marcos donde nadie se había aventurado antes de manera satírica. Y me entusiasmó. Era diferente y profundo, aspectos que valoro especialmente.
Lem, con una gran formación científica (no como Jules Verné, hablando un poco de todo, que copiaba manuales tecnológicos en sus novelas) crea mundos de gran detalle y ciertamente reales aunque siempre imaginarios, mas de base científica. Cuando lo lees, muchos aspectos no lo entiendes, pero  transmiten una absoluta realidad; es capaz de percibir los mundos extraterrestres cargados de soledad, sin sentido para el humano, donde se debe enfrentar, sin remedio, a las preguntas fundamentales. Aspectos que cuando me inmiscuí en los relatos del piloto Pirx me atraparon y dejaron en mí una sensación de gran lectura.
Después lo intenté hace dos veranos, con el buen sabor de Pirx, a "Retorno de las estrellas", que ni siquiera recuerdo su argumentación pero me fue imposible; no logré entrar, entender nada, coger el ritmo de lectura y lo achaqué a ser una novela especialmente técnica, o eso me pareció.
Pero hace dos semanas cayó en mis manos "Solaris", el libro de culto de Lem, su referente, aunque nadie haya leído nada del escritor polaco sabe que es su novela, además llevada al cine. Y me defraudó. Fueron esos días de junio en donde sorprende el calor, donde aún llevas camisa de manga larga y calcetines y que te pasas el día sudando cuando me aventuré a viajar a este extraño planeta de dos soles. Escrito inquietante, de atmósfera agobiante, sin oxígeno, como estas tarde de junio en el parque, donde un hombre llega a una estación espacial en un extraño planeta habitado por dos hombre y algunas extrañas presencias: recuerdos y un océano que todo lo controla. Si bien es cierto que percibí la angustia, el desasosiego, de lo desconocido la dura soledad ante las últimas preguntas humanas, me quedé allí; tal vez el calor, los dos soles de "solaris" que parecían calentar el vagón del metro en el que viajaba, la angustia del protagonista que me calaba, todo me impedía entrar a la abstracción literaria y no viajé realmente al universo de Lem. Tal vez mis amigos lectores tuvieran razon sobre el escritor polaco, o tal vez no fuera el momento ni el lugar. Porque, ¿quién soy yo, más que un lemur para juzgar a ningún autor?

martes, 3 de junio de 2014

Los salvajes de Bolaño

El escritor chileno Roberto Bolaño se ha convertido con el paso del tiempo en un escritor de referencia. Un estilo novedoso y sorprendente que aún pervive,  hechuras de gran narrador, historias sobre personajes a la deriva y escritores malditos, todo unido a su muerte prematura (2003) que dejó inacabada su obra más importante "2666", para muchos ha sido la última gran novela hispanoamericana, le han convertido en uno de los referentes culturales y el escritor del final del siglo XX, llegándole a compararle con Borges o Cortázar.
Es con la obra de este último "Rayuela", con la que se identifica "Los detectives salvajes", el libro del que vamos a referir. Novela coral, con un tenue hilo conductor casi imperceptible, o simplemente pretexto, que es la vida de dos poetas Arturo Belano y Ulises Lima en su búsqueda de una misteriosa escritora mexicana, Cesárea Tinajero. Pero si esperan encontrar una novela del viaje como metáfora de búsqueda o con una línea narrativa habitual, olviden esta novela. El mérito de Bolaño estriba precisamente en todo lo contrario, en lo que sentimos al pasar sus hojas y  no entender a dónde vamos, en lo que percibimos sin comprenderlo en su totalidad, en el humor que intuimos en las vidas desgraciadas de los personajes, en los amores imposibles o fracasados de vidas a la deriva en búsqueda de no sé sabe qué, en el ambiente que respiramos.
Al leer "Los detectives salvajes", nos traslada a otro paradigma, a otro registro; tal vez a los documentales sobre vida de personajes donde testigos nos narran su relación con una persona de manera parcial pero que en conjunto nos da una globalidad del mismo; o tal vez esas composiciones de trozos, "collage", que mezclando géneros, materias y estilos conforman una gran obra total aunque no entendamos su totalidad o sólo percibamos extremos.
En varios momentos piensas en abandonar, pero no puedes. Te atrapa.
Lees sin poder despegar tu conciencia de las historias; tantas historias como personajes que además se entrelazan sus vidas, desaparecen para después, casi 200 páginas después, diez años ficticios, volver a surgir como en la vida. Escritores fracasados, poetas de militancia juvenil (como la mayoría), artistas que triunfan (los menos), “reales visceralistas” (movimiento poético de los protagonistas), aunque qué más da; locos, prostitutas, misterios nunca resueltos, editores, secuestradores de Octavio Paz, matones, huidas, mitos, fracasos…; amores verdaderos, sexo oloroso, relaciones hundidas, hijas perdidas; universitarios, inadaptados, camareras, arquitectos, camellos, soñadores, espadachines y agotados viajeros; México, España, Israel, Tanzania, Estados Unidos.
Todo esto y mucho más, conforma el universo Bolaño.